martes, 19 de agosto de 2008

Pájaros sin pájaros


Entre las múltiples promiscuidades que el cine mantiene con otras formas artísticas, las películas de Alfred Hitchcock se han mostrado especialmente proclives a ser revisitadas o puestas en cuestión desde otras orillas de la imagen contemporánea. No sorprende la pertinaz cadencia de este interés por una filmografía repleta de objetos simbólicos que se ofrecen a ser reinterpretados cíclicamente desde lugares nuevos y tiempos nuevos; pues se trata de una filmografía que ya contenía un alto grado de autoconsciencia y ciertas intuiciones manieristas que la dejan golosamente expuesta al análisis interdisciplinar. De todas estas intervenciones, la más conocida puede ser fácilmente 24 Hour Psycho, en la que Douglas Gordon expandía la duración de Psicosis (1960) hasta las 24 horas del título al proyectarla a dos fotogramas por segundo. Con esta extrema ralentización Gordon congelaba el inevitable concepto del suspense hitchcockiano al dejar cada plano en un estado suspendido de inacabamiento, llevándolo prácticamente hasta la inacción. Jim Campbell se situó en el extremo opuesto con su llluminated Average #7: Hitchcock's Psycho, para la que escaneó todos los fotogramas de Psicosis y los superpuso en una imagen única que era, al mismo tiempo, la representación gráfica de su duración y el cálculo de su "media lumínica"1. El resultado es una fantasmagoría rayana en la abstracción que, aún así, conserva borrosas huellas figurativas del decurso del film, especialmente en los márgenes del encuadre (lo que podría dar lugar a interesantes interpretaciones). Uno y otro ensayaron nuevos modos de mostrar las viejas imágenes del maestro jugando con su temporalidad, alterando el modo y el tempo en que el espectador suele enfrentarse a la obra original, pero en ambos casos las imágenes de Hitchcock permanecen inalteradas durante un proceso de manipulación que, en palabras de Douglas Gordon, era antes un "acto de afiliación" que un "trabajo de apropiación". En Give Us Today Our Daily Terror el artista neerlandés Martijn Hendriks va un paso más allá y se apropia de las imágenes de Los pájaros (1963) para actuar sobre ellas eliminando digitalmente todas y cada una de las aves que aparecían en la película Se trata de un trabajo en proceso que, según Hendriks, le llevará no menos de un año, una laboriosa manipulación que culminará en una copia exacta de Los pájaros sin pájaros que será exhibida como videoinstalación. La capacidad de perturbación de la propuesta surge directamente de su iconoclastia -en este caso literal- ejercida sobre las imágenes sagradas de Hitchcock. En los extractos de vídeo disponibles en www.martijnhendriks.com es posible apreciar cómo el ataque al que Hendriks somete las imágenes originales es incapaz de borrar las huellas de su intervención y allí donde antes estaban los pájaros permanecen, especialmente en las escenas de mayor movimiento, extraños artefactos resultantes del procesamiento digital. Estos contornos fantasmales e inestables son ahora la amenaza atacante, como si la misma imagen se volviera contra los cuerpos de los actores, como si en el tránsito del celuloide al vídeo algo fundamental se hubiera perdido o transformado. La presencia borrada y el hueco -no sólo físico- dejado por los pájaros convierten el título original en un terreno baldío al privarlo de aquello que constituía su razón de ser. Puede que por ello Hendriks opte, al contrario que Gordon y Campbell, por un título que en nada refiere al anterior (Dános hoy nuestro terror de cada día), cuya religiosidad parece muy procedente teniendo en cuenta el conocido catolicismo de Hitchcock. En la película original los pájaros eran símbolos alados de un terror que surgía de ellos, pero iba más allá de ellos, y las escenas más desazonantes eran aquellas en las que su presencia era elidida, sugerida. Give Us... funcionaría en esta misma dirección porque, una vez extirpados los pájaros, lo que queda es un terror incorpóreo, sin objeto, un miedo anónimo imposible de situar y por tanto de combatir. Por una vez no estamos hablando del nuevo mundo post 11-S (aunque sería fácil asumir esa perspectiva), sino de una ausencia universal, primaria, de un miedo ancestral que podría brotar de esos huecos horadados en la propia imagen. Una imagen que ya no es ni será nunca inocente. Como bien sabía Hitchcock.

Este artículo es de JOSÉ MANUEL LÓPEZ.

2 comentarios:

Alberto López Cordero dijo...

Pues fíjate, yo Hichkoniano de toda la vida y desconocía este tipo de experimentos visuales con al obra delmaestro del suspense. EN verdad no sé que reacción hubiese producido en mi al ver esa particular versión de Psicosis. Una vez fuí a ver una exposición de Yoko Ono. Una de las obras era una pequeña habitación en la cual había un monitor de televisión que emitía la imagen de una señora desnuda con decenas de moscas posadas encima d ella. Así pasaron minutos y minutos y minutos, hasta que me marché preguntándome si alguna vez ocurriría algo.

Pete Vicetown dijo...

Nunca ocurre nada.
A no ser que seas tú quien lo provoque.
La obra no es el montaje per se, si no lo que genera en el espectador.

Que cosas...

Un beso.
Pete Vicetown